Mi primer Baby Shower
Hace
un par de semanas, fui al primer Baby shower desde que me diagnosticaron con
problemas de fertilidad; de eso ya ha pasado un poco más de un año.
Desde
ese momento conseguí escaparme de ese tipo de eventos que sentía que eran como
una broma del destino ante mi “dificultad” de concebir de forma tradicional.
Sin embargo, cuando llega el Baby shower de una amiga que te ha ofrecido su
amistad desde el minuto 0, sin conocerte de nada, es cuando tienes que apretar
las nalgas, practicar tu sonrisa y lanzarte de clavado a la piscina, que desde
donde estás, parece vacía.
Desde
el momento que recibí su WhatsApp, anunciándome su embarazo, tuve muchas
emociones.
Alegría: Porque
sabía que ellos lo deseaban y una vida siempre muestra el milagro de Dios
Envidia: Porque
mientras ellos conseguían su segundo embarazo, nosotros seguíamos en blanco.
Empatía: Porque
el amor se transmite aunque haya un océano de por medio.
Dolor: Fue inevitable
recordar que algún día yo estuve embarazada.
Alivio:
Porque la embarazada tuvo la
confianza para decírmelo sin rehuir de mí y de mis emociones.
Me
metieron en un grupo, donde conocía a menos de la mitad, y empezó la
planeación. No sabía si podría ir, si tendría ese día disponible y si mi
valentía llegaría hasta ese día. Veía las fotos de los detalles que se iban
comprando, incluso fui la ayudante de la tarta de pañales que se le hizo al
bebé. Cada mensaje, cada imagen, me preparaba para lo que vendría y me hacia mas fuerte e incluso me emocionaba, sintiendo que lo podría sobrellevar.
Y
llegó el día. Al principio me sentí fuera de lugar, me sentí como mosca en
leche, pero me sacudí e intente integrarme, me puse manos a la obra y por un
momento me olvide de mi frustración, hasta que llegó la gran pregunta, esa que
esperaba no me hicieran. “Y vosotros, no os animáis”… ta ta ta
tannnnnnnnn!!!!!! (música de terror). Y ¡SORPRESA! Lo expliqué con la
tranquilidad que no me caracteriza, con absoluto respeto hacia quien,
inocentemente, formuló la pregunta que manda la sociedad. Expliqué nuestra
situación, nuestra batalla y nuestras derrotas, y salí victoriosa, salí
tranquila.
Tal
vez debí haber respondido con alguna mentirilla, pero no pude hacerlo, porque:
primero, eso llevaría a alguna pregunta posterior, o algún debate, y segundo,
porque quiero que la gente conozca la lucha de muchas parejas, que como yo, han
necesitado, necesitan o necesitarán algo más que “un polvo” para conseguir un
bebé.
Me
divertí, me reí, conocí mujeres lindas, locas, tramposas, pero lo más
importante, logré superar un miedo y pude compartir un momento maravilloso en la vida de la embarazada y el bebé.
Hoy
recuerdo el día y siento alegría, pero sobre todo siento orgullo porque lo he
conseguido, me doy una palmadita en la espalda y me digo “bien hecho, sigue así”
La
Esperanza es lo último que se pierde y yo quiero a Esperanza siempre cerca de mí.
Comentarios
Publicar un comentario
Deja tus comentarios o comparte tus experiencias ;P