Buscando dentro de mí
Viernes por la tarde-noche, mi esposo no está, aún hay vestigios naranjas en el cielo, me siento, miro la
pantalla en blanco, rasco mi cabeza, no sé por dónde empezar. Hace tanto tiempo no hago este exorcismo
que suele ser ambivalente para mí, porque me hace daño, pero también me sana.
Ya lo sé, es que soy medio bipolar.
Me rio con eso último,
porque sé que no lo soy, pero es que a veces me comporto como si lo fuera. Hay días
en los que no quepo conmigo, que no quiero saber del mundo. Afortunadamente mi
trabajo y el lugar donde vivo, me permiten esos momentos de aislamiento que a
veces son absolutamente necesarios para mí.
Tengo que reconocer
que últimamente me he sentido un poco fuera de lugar, y tal vez eso es lo que
me hizo sentir la necesidad de escribir nuevamente.


Yo creo que mi sobrina
no se acuerda de lo que preguntó y mucho menos lo que yo respondí, tal vez se
le hizo raro que tenga primitos de todos sus tíos menos de nosotros, pero en
cuanto le respondí, sin darle mucha importancia, se dio la vuelta y siguió jugando,
dejando mi corazón temblando al tiempo que su cabello reflejaba el sol que gracias a Dios ya se deja ver y se alejo de mí para seguir jugando.
Es eso lo que me pasa,
es enfrentarme cada día a nuevos retos, a una nueva cultura, a esa realidad que no deseo, es intentar dejar de
desear algo que sabes que no se va a borrar, porque siempre lo voy a desear,
siempre lo voy a anhelar, siempre será el sueño no cumplido. No voy a morir, no
seré la señora de los gatos de los Simpsons, aunque si fueran perros… Pero, esa
llama se quedará en mi corazón para siempre.
¿Sabes que es lo bueno
de mi vida y también de la tuya?, que mañana veremos el sol salir y tendremos más
oportunidades y herramientas para hacernos más fuertes. Y si mañana no sale el sol, tendremos pasado mañana o la próxima semana, o el próximo mes... Tiempo al tiempo.
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