Y LO CONSIGUES
Por fin
lo consigues.
Un bebé, por fin, esta creciendo dentro de mi. Y no es que no esté feliz, lo estoy, pero es que
tengo miedo, muchísimo miedo, no puedo despegarlo de mi.
Lo
conseguí, pese a mi negatividad, pese a que todo apuntaba a un nuevo fracaso. No
se si estaba mas preparada para fracasar que para lograrlo.
Pasan
las semanas y sigo esperando que me den malas noticias, no quiero contarlo, me
da miedo que luego tengamos que rectificar. Y con las semanas nos dan nuevas y
buenas noticias, al parecer todo va bien, pero… ¿Por qué sigo teniendo miedo?
Y con
el latido decidimos contarlo a nuestras familias, solo a ellos. ¿Por qué? Porque
hay cosas que no se pueden ocultar a personas con quienes convives a diario y
que comen a tu lado (hay muchas cosas que embarazada no puedes comer y aquí en
España muchas veces significa que no puedes comer nada). Y ellos lloran, se
abrazan, nos abrazan y son felices, felices como yo no logro serlo, porque sigo
teniendo miedo, miedo que justo al día siguiente que tenemos una eco, nos digan
que se paró y tengas que decirlo a esas 13 personas. Pero no, en esa camilla,
con las piernas abiertas, y la mano apretada a mi esposo, logro escuchar por
primera vez, ese sonido “celestial” al que se une mi corazón, un latido
perfecto, y mis lágrimas calientan mis mejillas al rodar por ellas, esta vez de
felicidad, esta vez de esperanza, porque parece que esta vez si.
Y pasan
mas semanas y pasamos la barrera dispuesta para dar la noticia a los amigos
cercanos, las 12 semanas, a ese numerito al que crees que no vas a llegar y que
parece súper lejano, pero que llega. Y haces vídeo llamadas y lo cuentas a
ellas 4, y las cuatro lloran al saberlo, y sabes que se alegran por ti y que
entienden el silencio de los últimos 3 meses.
Y
algunos me juzgan, juzgan mi miedo y mi resistencia a creer que llegará a feliz
término y tratando de explicarlo me siento culpable, porque no es que quiera
tener miedo, quisiera ser feliz y disfrutarlo al máximo, pero el miedo sigue en
mi, aunque cada día disminuye un poquito mas al tiempo que mi barriguita se
abulta un poco mas, y mi ropa empieza a apretar, incomodar y estorbar.
Y
cuando creía que la felicidad se iba instaurando en mi mente, pasa algo para lo
que no estaba preparada, pierdo a mi compañera de aventuras, a ella, mi fiel
amiga, ella que se merece una carta para ella solita, y un homenaje a toda
regla. Y lloro, y se me parte el corazón, y no me dejan estar triste porque le
“hago daño a mi bebé” pero estoy triste, y no puedo evitarlo, así que lloro,
lloro a diario la primera semana y luego cada vez que algo la trae a mi
memoria, como justo ahora que escribo esto.
Y
siguen pasando las semanas y pasamos otro tope, la semana 20, esa en donde le
miran todo a tu bebe para saber que esta completo, y no entiendes nada de lo
que miden y solo logras ver algunos órganos, pero que al final te aseguran que
tendrás una nueva princesa en casa, que no serás tu la princesa, que otra
ocupará tu lugar, y no te duele, no te sientes desplazada, estas feliz, como
igual de feliz estarías si viniera un príncipe.
Y salgo
de ahí, y miro a los ojos al hombre de mi vida y veo en El el mismo miedo pero
también el mismo brillo en los ojos que refleja la misma afirmación “realmente
vamos a ser padres, realmente todo esta bien” Y es momento de empezar a
creérnoslo.
Mi
princesa Goku, eres el regalo más grande en nuestras vidas.
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